¡Perú se llena de emoción al ver a uno de los suyos convertirse en Papa!

Aún resuena en lo más profundo del país la noticia que nos estremeció. El cielo se abrió para abrazar con fuerza a un hijo del Perú. Robert Francis Prevost Martínez, ahora Su Santidad el Papa León XIV, ha sido elegido para guiar al mundo… y nuestros corazones no pueden contener la alegría.
No nació en esta tierra, pero la eligió como suya. Caminó por nuestros pueblos, habló nuestra lengua, conoció nuestras penas, oró por nuestras esperanzas. Lo vimos en Motupe, en Cañaris, en Olmos, en Incahuasi… donde otros no llegaban, él llegaba. Donde hacía falta fe, él la sembraba con humildad y amor.
Fue peruano antes que cardenal, fue pastor antes que obispo, fue hermano antes que el Papa. Hoy, desde Roma, su voz se eleva por millones… pero nosotros la escuchamos como la de aquel hombre que nos hablaba de Dios con los pies llenos de polvo y el alma llena de luz.
Eligió el nombre de León XIV para honrar la historia, pero también para recordarnos que la fuerza de la fe nace de la sencillez. Que el Rosario, la justicia y la palabra pueden transformar el mundo, como transformaron nuestras vidas.
Hoy, Perú no solo tiene un Papa. Hoy, el mundo tiene un Papa con alma peruana.
Y eso, eso nos hace llorar de orgullo.
Desde el norte del Perú hasta el corazón del Vaticano, Robert Francis Prevost Martínez llevó la fe con humildad y amor. Hoy, convertido en el Papa León XIV, su elección conmueve al país que lo adoptó y al que él eligió amar con todo el corazón.