Una fiesta de la identidad peruana

La música criolla, un género nacido a principios del siglo XX, es el reflejo sonoro del Perú. Es una rica amalgama de ritmos españoles, indígenas y africanos, enriquecida por la esencia melódica de la capital, Lima. Esta fusión ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a las tendencias de cada época y creando un género musical único.
Aunque el término «criollo» se usaba inicialmente para identificar a los hijos de españoles nacidos en América, la «Canción Criolla» como género abarca subgéneros como la zamacueca, la marinera, el vals peruano y la polca peruana. Su popularización en el Perú se gestó en la década de 1920 a través de la radio, con voces emblemáticas como las de Felipe Pinglo Alva, Chabuca Granda y Eva Ayllón, quienes sentaron las bases para lo que conocemos hoy.
Los ritmos de la música criolla cobran vida con instrumentos distintivos como el cajón peruano, la guitarra, el bajo, las castañuelas, la quena, el violín y la quijada de burro.
El Día de la Canción Criolla se celebra cada 31 de octubre, una fecha que coincide con festividades extranjeras pero que en el Perú tiene un significado profundo: revalorar nuestra cultura. Es una oportunidad para enseñar a las nuevas generaciones que «el que no tiene de inga, tiene de mandinga», una frase que describe nuestra herencia mestiza, una mezcla de linajes que comenzó con el peruano y el español, y con los años se enriqueció con la influencia africana, china y japonesa.
Esta celebración nos invita a una importante reflexión en pleno Siglo XXI, en un tiempo donde el racismo todavía se manifiesta en algunas personas. La música criolla nos recuerda que nuestra identidad se construye sobre una mezcla de culturas, y que esa diversidad es precisamente lo que nos hace únicos y fuertes como nación.
Un repaso por los orígenes y la importancia de nuestra música, un género que nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad y el valor de nuestra herencia cultural en el Siglo XXI.